taotrooper: It's a polar bear dancing the hula; your argument is invalid (Default)
Kiri ☂ ([personal profile] taotrooper) wrote2009-06-30 01:02 am

[CCS] Madres, melodías y corazones

Fandom: Cardcaptor Sakura
Pareja: Touya/Yukito
Tema: #9 - Piano
Título: Madres, melodías y corazones
Notas: Para variar esta vez, esto es anime canon, aunque igual se entiende sin haberlo visto entero. La escena en la escuela, diálogos incluidos, ocurrió así tal cual en el episodio 54.

***

Touya sabía hacer infinidad de cosas, desde jugar al fútbol hasta amasar una pizza y hacer los ruedos de un pantalón. Yukito pensaba que era un cincuenta por ciento de talento y un cincuenta por ciento de la experiencia de decenas de trabajos a medio tiempo. Casi todo, descubrió él después de conocer a los Kinomotos, le vendría de su padre. No le extrañaba demasiado, ya que el profesor no sólo lo había criado sino que era un hombre muy polifacético en habilidades. Son cosas que se heredan y se pegan, y ni Fujitaka ni su hijo parecían pensar que fuese algo tan extraordinario.

Sin embargo, Touya casi nunca demostraba lo que le venía de su madre. A Yukito le extrañaba que casi nunca mencionara a esa mujer de los portarretratos. Que sí, que había muerto cuando él tenía alrededor de la edad de Sakura, que era modelo, que era muy dulce, que su fantasma lo venía a visitar de vez en cuando. Touya casi nunca hablaba de su madre con Yukito. Éste suponía que resultaba algo incómodo como tema de conversación. Igual se preguntaba qué debió de aprender y heredar su amigo de aquella corta pero significativa existencia.

Un día Yuki lo descubrió durante un receso en la escuela, mientras buscaba a su amigo. Algo en él -luego supo que debía de ser la capacidad de Yue de sentir presencias mágicas, reaccionando ante el poder de Touya- lo guió hasta el aula de música; sabía que estaba adentro de algún modo. No era la primera vez que lo rastreaba así.

Sin embargo, era la primera vez que lo vio tocando el piano. Ni siquiera sabía que podía hacerlo, a pesar de que había visto un instrumento parecido en la sala de la familia, tapado en una manta amarillenta y cubierta de polvo.

Lo hacía muy bien. De nuevo, no le debía de sorprender que Touya tuviese talento para la música.

A los pocos segundos se detuvo, al acabar el movimiento. Divertido, aunque queriendo escuchar más, Yukito aplaudió.

-Eres muy bueno tocando, To-ya.

Con modestia y algo de sorpresa, Touya retomó la canción. La forma en que los alargados dedos pasaban sobre las teclas oprimía el pecho de Yukito. Era algo que nunca había presenciado de modo parecido en Touya, o al menos no todo al mismo tiempo. Delicado, pero a la vez vibrante. Dulce, pero a la vez seductor. No, algo así no debía de parecerle atractivo en absoluto, pero lo era. No quería dejar de mirar sus manos.

Se obligó a levantar la mirada y tratar de conversar con él.

-Nunca he oído esta canción antes, creo.

-Mamá la compuso-, respondió Touya sin detenerse.

-Es muy hermosa-, Yukito reconoció con sinceridad.

Touya asintió, su rostro lleno de nostalgia y ternura.

Es probable que fuese uno de esos lúcidos momentos para Yukito en que le resultaba tan obvio lo mucho que amaba a Touya, a veces predecible y a veces lleno de sorpresas. Esa melodía no iba dirigida a él, y lo sabía, pero deseaba que aquel momento no acabara jamás. La solemne sonata era ya agradable de por sí, pero es que era conmovedor debido a que la tocaba él, y volcaba su alma en ella. Era algo tan curioso e inusual que terminaba siendo precioso. Yukito, comprendiendo lo importante que era para Touya este desahogo, cerró sus ojos y se forzó a oír cada nota, cada acorde, cada segundo. No sólo era por respeto a Nadeshiko y su amor de madre, sino por lo maravilloso que era todo en su simpleza. Con suerte, podría guardar el momento en su corazón.

-Yuki.

-¿Sí?

No pudo seguir oyendo la canción ni su gentil voz, interrumpidas ambas por Akizuki que venía a darle un mensaje a Yukito que tenía mucha menos relevancia que el que trataba de transmitirle Touya. Pero fue suficiente para ambos. Al menos por ese día.

Fue una de las pocas veces que pudo verle tocar el piano (o el órgano) en mucho tiempo. El apartamento al que se mudaron no tenía ningún instrumento, y el órgano de la casa de su padre sólo era afinado y usado en ocasiones muy especiales como Navidad. Quizás le dolía a la familia el tocarlo sin ella cerca. Yukito nunca se atrevió a preguntarles.

Cuando Touya cumplió los veinticuatro años, Yukito le regaló un teclado electrónico que no ocupaba mucho espacio. En realidad la idea había sido de Yue, que tenía mucha mejor memoria que Yuki, pero él se negó a tomar el crédito. Touya sonrió como un niño y revolvió el cabello de Yukito, encantado con el presente. Éste logró murmurar que quería que le enseñara a tocar las canciones que su mamá le había enseñado, y otras más que supiera. Touya se sonrojó ligeramente, mas aceptó.

Al final, había resultado bien; habían logrado que algo del pasado resurgiera en su futuro.

Y Yukito pudo decirle, en varias ocasiones, lo sensual y apasionado que era el piano cuando Touya lo tocaba con él. Touya a su vez le dedicaba la sonrisa más pícara posible a su alumno, antes de besarlo en los labios.

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