Kiri ☂ (
taotrooper) wrote2009-06-30 01:24 am
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[TRC, Okami] Vacaciones merecidas
Título: Vacaciones merecidas
Serie: Tsubasa RESERVoir CHRoNiCLE (crossover con Okami)
Rating: G
Palabras: 986
Prompt: Kendappa, Tomoyo, Amaterasu: "Festival".
Para:
arcadia_
Summary: Quizás quedarse accidentados en un Nippon alterno no es tan malo después de todo, en especial si esperan tu llegada.
Notas: Ligeros spoilers del final del videojuego, pero traté de ponerlo lo más vagamente posible. Creo que se puede leer con el más mínimo conocimiento del canon. Ah, y lo siento, pero no pude evitar meter a Souma y a Kurogane también :3
Todo lo que pudo entender de la verborrea de explicación que le dio su compañero de viaje antes de quedarse dormida de fastidio era que una cosa se había roto en no sé qué del Arca, y que ese Nippon no era el mismo que conocían de sobra. Así que al despertar, sin decirle nada al hombre de la luna –que igual estaba ocupado arreglando el navío-, salió tras aquella insoportable aura. Lo sentía en su pelaje: esas tierras también estaban malditas, aunque de manera diferente a la que estaba acostumbrada.
Resultaba tan curioso. Por más demonios que podía percibir, no encontraba ninguno. Quizás se le estaba pegando esa lógica tan propia de Ushiwaka por haber pasado demasiado tiempo con él, pero se preguntó si no habría algún sello o barrera manteniéndolos a raya. Su sentido de la justicia estaba profundamente decepcionado por ser incapaz de ayudar a destruir el mal.
Unas horas más tarde llegó a la ciudad que, aunque no lo supiera, estaba en el mismo centro de la barrera. Los habitantes se movían de un lado a otro, adornándolo todo y montando tenderetes. Pasó delante de los guardias, vestidos de negro y cargando largas katana, sin que se dieran cuenta con la ayuda del Velo de Neblina. Exploró los terrenos de un enorme palacio e hizo florecer todos los árboles que se encontró en su camino.
Una hermosa mujer vistiendo un elegante kimono estaba sentada en un banco de piedra. Tocaba con gran habilidad un instrumento de cuerdas parecido al koto, pero mucho más grande y vertical. Recordó que su amigo el profeta le había descrito el tipo de música que los Celestiales solían componer y los instrumentos con que contaban. Si se parecía en algo, la mujer tocaba lo que llamaban un arpa. La verdad es que a la diosa no le importaba mucho el nombre, mientras sonase así de precioso siempre. Se acercó un poco más, decidida.
De cerca la mujer le causó una impresión completamente diferente. Podía sentir su fuerza y poder. Era tan bella y resoluta como lo había sido Himiko, mas no se limitaba sólo al carácter. Lo podía oler: esta dama podía pelear. Por más refinada que parecía en aquel momento, no le quedaba ninguna duda que era una guerrera innata y podía manejar la espada.
Finalmente la mujer bajó la mirada.
-La loba blanca –sonrió-, tal y como vaticinó Tomoyo. Llegas justo a tiempo para el festival de primavera, viajera de otro mundo. Aunque parece ser que más bien la primavera llegó contigo –se tapó la boca y soltó risotadas al observar los árboles del jardín.
Sus orejas se movieron al percibir pasos muy silenciosos. Alguien llamó su nombre.
-¡Amaterasu-sama!
-Estoy aquí, Souma –replicó la dama para sorpresa de la loba. Jamás había encontrado a una mortal que compartiese su nombre.
Otra mujer guerrera saltó de un tejado, de tez morena y cuerpo voluptuoso, y se inclinó a sus pies. La otra Amaterasu la recibió alzándole la cara y tocando su mejilla en gesto cariñoso. Por algún motivo, la mente de la diosa recordó a Susanoo y Kushinada, y presintió que Issun se quejaría por no entender algo apenas hubiese terminado de contemplar el busto de la recién llegada si estuviese allí.
-Majestad, Tsukiyomi-hime me ha mandado buscarla a vos y a la invitada. ¿Ha llegado ya?
-Ha llegado –señaló a la loba-. Que traigan manjares y bebida a los aposentos.
-A la orden.
Las dos Amaterasu fueron conducidas por una serie de pasillos complicados por Souma. Finalmente llegaron a una cámara con una luna morada pintada en la puerta corrediza y con un joven moreno, de ojos tan escarlata como sus marcas, haciendo guardia. Amaterasu gruñó: podía oler sangre y sudor y batallas en su piel. Ardía en deseos de batirse en duelo de espadas con ese hombre. Ante la violenta reacción, él se llevó la mano al mango plateado de su katana, forjada con la forma de un dragón. Por desgracia, la otra Amaterasu tosió no muy discretamente, y el hombre pasó de potencial rival a portero. Él descorrió la puerta sin quitarle los ojos de encima a la loba, con una mirada semejante a la primera que le dirigió Okikurmi tras su máscara.
Las dos mujeres pasaron, y ella trotó a su lado. Al otro lado de la habitación había otra chica que le recordaba aún más a Himiko. En contraste con la dama del arpa, la jovencita era más delicada y más cubierta en espiritualidad. Su kimono era mucho más elaborado y cortesano. Le dedicó una sonrisa a todos los presentes, y para asombro de Souma y el guardia de ojos escarlata, hizo una reverencia.
-Te doy la bienvenida, diosa del sol de otros mundos –dijo-. Te he visto a ti y tu amigo llegar en mis sueños. Soy la miko encargada de las barreras de Nippon, Tsukiyomi. Ya has conocido a mi hermana, la emperatriz Amaterasu. Pero si deseas, nos pueden llamar por nuestros nombres de pila: Tomoyo y Kendappa.
-Los declaro nuestros invitados especiales por el tiempo que deban pertenecer en mis tierras –intervino Kendappa-. Esta noche tendremos un festival en honor tuyo, con deliciosos manjares, música exquisita y fuegos artificiales. Espero que sean del agrado de tu merced.
Pues en verdad que sonaba bastante bien. Expresó su contento moviendo la cola. Tomoyo sonrió a su hermana, y ambas casi a la vez empezaron a acariciar a la diosa como quien encuentra un perrito. Soltó un gemido de placer y las acarició de vuelta. Los dos guardaespaldas miraban la escena con expresión mortificada, seguramente no esperando que la gran invitada de otro mundo se asemejase a una mascota. Pero a Amaterasu le tenía sin cuidado. Traería a su co-piloto al festival, se divertiría con los mortales, y puede que retara a escondidas al tipo de la espada de plata. Era bonito tomarse unas vacaciones de vez en cuando...
Serie: Tsubasa RESERVoir CHRoNiCLE (crossover con Okami)
Rating: G
Palabras: 986
Prompt: Kendappa, Tomoyo, Amaterasu: "Festival".
Para:
![[livejournal.com profile]](https://www.dreamwidth.org/img/external/lj-userinfo.gif)
Summary: Quizás quedarse accidentados en un Nippon alterno no es tan malo después de todo, en especial si esperan tu llegada.
Notas: Ligeros spoilers del final del videojuego, pero traté de ponerlo lo más vagamente posible. Creo que se puede leer con el más mínimo conocimiento del canon. Ah, y lo siento, pero no pude evitar meter a Souma y a Kurogane también :3
Todo lo que pudo entender de la verborrea de explicación que le dio su compañero de viaje antes de quedarse dormida de fastidio era que una cosa se había roto en no sé qué del Arca, y que ese Nippon no era el mismo que conocían de sobra. Así que al despertar, sin decirle nada al hombre de la luna –que igual estaba ocupado arreglando el navío-, salió tras aquella insoportable aura. Lo sentía en su pelaje: esas tierras también estaban malditas, aunque de manera diferente a la que estaba acostumbrada.
Resultaba tan curioso. Por más demonios que podía percibir, no encontraba ninguno. Quizás se le estaba pegando esa lógica tan propia de Ushiwaka por haber pasado demasiado tiempo con él, pero se preguntó si no habría algún sello o barrera manteniéndolos a raya. Su sentido de la justicia estaba profundamente decepcionado por ser incapaz de ayudar a destruir el mal.
Unas horas más tarde llegó a la ciudad que, aunque no lo supiera, estaba en el mismo centro de la barrera. Los habitantes se movían de un lado a otro, adornándolo todo y montando tenderetes. Pasó delante de los guardias, vestidos de negro y cargando largas katana, sin que se dieran cuenta con la ayuda del Velo de Neblina. Exploró los terrenos de un enorme palacio e hizo florecer todos los árboles que se encontró en su camino.
Una hermosa mujer vistiendo un elegante kimono estaba sentada en un banco de piedra. Tocaba con gran habilidad un instrumento de cuerdas parecido al koto, pero mucho más grande y vertical. Recordó que su amigo el profeta le había descrito el tipo de música que los Celestiales solían componer y los instrumentos con que contaban. Si se parecía en algo, la mujer tocaba lo que llamaban un arpa. La verdad es que a la diosa no le importaba mucho el nombre, mientras sonase así de precioso siempre. Se acercó un poco más, decidida.
De cerca la mujer le causó una impresión completamente diferente. Podía sentir su fuerza y poder. Era tan bella y resoluta como lo había sido Himiko, mas no se limitaba sólo al carácter. Lo podía oler: esta dama podía pelear. Por más refinada que parecía en aquel momento, no le quedaba ninguna duda que era una guerrera innata y podía manejar la espada.
Finalmente la mujer bajó la mirada.
-La loba blanca –sonrió-, tal y como vaticinó Tomoyo. Llegas justo a tiempo para el festival de primavera, viajera de otro mundo. Aunque parece ser que más bien la primavera llegó contigo –se tapó la boca y soltó risotadas al observar los árboles del jardín.
Sus orejas se movieron al percibir pasos muy silenciosos. Alguien llamó su nombre.
-¡Amaterasu-sama!
-Estoy aquí, Souma –replicó la dama para sorpresa de la loba. Jamás había encontrado a una mortal que compartiese su nombre.
Otra mujer guerrera saltó de un tejado, de tez morena y cuerpo voluptuoso, y se inclinó a sus pies. La otra Amaterasu la recibió alzándole la cara y tocando su mejilla en gesto cariñoso. Por algún motivo, la mente de la diosa recordó a Susanoo y Kushinada, y presintió que Issun se quejaría por no entender algo apenas hubiese terminado de contemplar el busto de la recién llegada si estuviese allí.
-Majestad, Tsukiyomi-hime me ha mandado buscarla a vos y a la invitada. ¿Ha llegado ya?
-Ha llegado –señaló a la loba-. Que traigan manjares y bebida a los aposentos.
-A la orden.
Las dos Amaterasu fueron conducidas por una serie de pasillos complicados por Souma. Finalmente llegaron a una cámara con una luna morada pintada en la puerta corrediza y con un joven moreno, de ojos tan escarlata como sus marcas, haciendo guardia. Amaterasu gruñó: podía oler sangre y sudor y batallas en su piel. Ardía en deseos de batirse en duelo de espadas con ese hombre. Ante la violenta reacción, él se llevó la mano al mango plateado de su katana, forjada con la forma de un dragón. Por desgracia, la otra Amaterasu tosió no muy discretamente, y el hombre pasó de potencial rival a portero. Él descorrió la puerta sin quitarle los ojos de encima a la loba, con una mirada semejante a la primera que le dirigió Okikurmi tras su máscara.
Las dos mujeres pasaron, y ella trotó a su lado. Al otro lado de la habitación había otra chica que le recordaba aún más a Himiko. En contraste con la dama del arpa, la jovencita era más delicada y más cubierta en espiritualidad. Su kimono era mucho más elaborado y cortesano. Le dedicó una sonrisa a todos los presentes, y para asombro de Souma y el guardia de ojos escarlata, hizo una reverencia.
-Te doy la bienvenida, diosa del sol de otros mundos –dijo-. Te he visto a ti y tu amigo llegar en mis sueños. Soy la miko encargada de las barreras de Nippon, Tsukiyomi. Ya has conocido a mi hermana, la emperatriz Amaterasu. Pero si deseas, nos pueden llamar por nuestros nombres de pila: Tomoyo y Kendappa.
-Los declaro nuestros invitados especiales por el tiempo que deban pertenecer en mis tierras –intervino Kendappa-. Esta noche tendremos un festival en honor tuyo, con deliciosos manjares, música exquisita y fuegos artificiales. Espero que sean del agrado de tu merced.
Pues en verdad que sonaba bastante bien. Expresó su contento moviendo la cola. Tomoyo sonrió a su hermana, y ambas casi a la vez empezaron a acariciar a la diosa como quien encuentra un perrito. Soltó un gemido de placer y las acarició de vuelta. Los dos guardaespaldas miraban la escena con expresión mortificada, seguramente no esperando que la gran invitada de otro mundo se asemejase a una mascota. Pero a Amaterasu le tenía sin cuidado. Traería a su co-piloto al festival, se divertiría con los mortales, y puede que retara a escondidas al tipo de la espada de plata. Era bonito tomarse unas vacaciones de vez en cuando...