taotrooper: It's a polar bear dancing the hula; your argument is invalid (Default)
Kiri ☂ ([personal profile] taotrooper) wrote2009-06-19 12:10 am

[CCS] Nada formal

Título: Nada formal
Serie: Card Captor Sakura
Género: fluff ligero, muuuy ligero
Canon: postmanga
Rating: PG, por estar seguros
Pareja: E/K
Longitud: 1110


Un rayo de sol se colaba por la ventana de la sala de estar, difuminándose a medida que entraba en la amplia mansión. El amo estaba leyendo el periódico, cómodo, en su antigua butaca favorita. Mentalmente, repasaba el itinerario que tenía planeado para aquel día. A pesar de que pasaran los años, siempre perduraba esa afición suya tan peculiar de querer dejar a la gente boquiabierta. Apostaba a que nunca se lo imaginaría. De hecho...

¡Ring! ¡Ring!

El teléfono no sonó una tercera vez, ya que otro de los moradores de la casa había contestado. A los pocos segundos, una alegre voz proveniente del segundo piso retumbó en el aire.

-¡Eriol, es Kaho!
-Ya voy -replicó él.

Se levantó del mueble de terciopelo rojo, dejó las noticias en el asiento, y fue hasta el auricular que yacía en una mesita de bambú. Antes de colocárselo en el oído, gritó:

-¡Ya puedes colgar!
-Bieeeeeeeeeen.

Antes de hablar, escuchó con atención, y el sonido era más disipado de lo acostumbrado. Era de esperarse, se dijo.

-Ruby, te dije que cuelgues.
-¡Agh! -chilló la aludida, decepcionada de ser descubierta tan pronto. Se oyó un ruido metálico, acompañado de unas risitas de la interlocutora. Ahora sí que se escuchaba la línea de forma normal.
-Qué puedo decir -defendió a su guardián lunar-, es muy curiosa.
-Bueno, de tal mago tal guardián -rió de nuevo Kaho.
-¡Hey! ¡Qué insinúas! -bromeó él, siguiendo el juego.
-No, nada -contuvo la risa la mujer.
-¿Llamas del trabajo?
-Sí, sí. Deberías de comprar un teléfono con rastreador de llamadas, ¿sabes?
-Lo consideraré. ¿Qué pasa? No me salgas con que extrañas mi voz o alguna cosa así, que hoy nos vamos a ver.
-Es precisamente por eso que llamo. No me has dicho adónde saldremos esta tarde.
-Es una sorpresa, Kaho. Se supone que las sorpresas no se dicen, o dejan de serlo.
-Al menos dame una pista.
-¿Qué? ¿No puedes soportar la duda por 5 horas, querida? Luego dices que yo soy el curioso.
-Muy gracioso -dijo con un toque de sarcasmo-. No, lo que pasa es que no sé qué ropa ponerme. ¿Serías al menos tan amable de decirme si debo ir formal, semiformal, casual o qué?
-Ponte lo que deseas. Es un lugar que no requiere un código de etiqueta, así que con lo que quieras llevar te verás perfecta.
-Muy bien. ¿Y dónde te espero?
-Hmmm. Mejor ven acá, y de aquí saldremos.
-¿No es doble esfuerzo?
-No lo es. Ya verás. No puedo decirte porque...
-... es una sorpresa, ya. Entonces nos vemos.
-Intenta no llegar tarde esta vez.

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Ella llegó a las cuatro de la tarde, vestida con una blusa blanca, un cardigan rosa y una falda rojo oscuro, con sandalias a juego. Quiso entrar con su copia de las llaves, pero la puerta se abrió antes de que pudiera meterla por el ojo de la cerradura. Pasó al lobby, donde vio a Eriol esperándola, con un suéter verde oscuro y unos blue jeans. Estaba sentado en un peldaño de la escalera.

-Ça va? -saludó él con la mano, sonriente.
-¿Y bien, señor enigma? ¿Me dirás tus planes, o me vendarás los ojos hasta que lleguemos?
-No es necesario -bajó hasta llegar su nivel-. Vamos a la sala.
-¿Mi sorpresa está en la sala, entonces? -rió ella-. Debí de saber que no iríamos a ninguna parte.
-Te equivocas -tomó su mano y la llevó-. Iremos a tomar un café, pero no en casa.
-¿Un café? -lo miró extrañada-. Pues vaya caballero inglés que eres, dejando de un lado el té. ¿Entonces por qué estamos aquí?
-Aférrate a mí mientras conjuro el hechizo transportador.
-Oooh, entiendo... Pero, ¿por qué no vamos en auto?
-Poder podríamos, pero tardaríamos demasiado tiempo. Éste es el mejor método para ir, exceptuando tal vez el aire. Además, cuando conduces tienes un pésimo sentido de la orientación. Seguro acabaremos en Gales -lanzó una carcajada.
-Por como lo dices, dirías que no tengo remedio -suspiró ella-. Ojalá pudieras sacar la licencia de conducir...
-Habrá que esperar un poco. Mejor hazme caso y agárrate fuerte.

Ambos desaparecieron en un instante.

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Kaho no reconoció el callejón en el que habían aterrizado. De hecho, había algo extraño en la arquitectura que le hacía pensar que jamás había estado en esa zona de Londres. De hecho, ni parecía Londres. Su compañero respiraba irregularmente; se notaba que el encantamiento le había agotado un poco. No le extrañaba, porque la transportación era magia de alto nivel. Ya no tenía los mismos poderes, no debía de serle tan fácil. Una vez se recuperó, salieron a la avenida. Él la tomó de la mano otra vez, para que no se perdiera de su lado.

-¿Queda muy lejos el café?
-No, pero quiero que veas algo antes. Mira a tu izquierda, y pronto estará a la vista.

En efecto, un edificio cubría la vista, pero unos quince pasos más tarde, al quitarse el obstáculo de su lado, la pudo ver. Era una figura emblemática y evidente para cualquiera con la más mínima cultura general. Aquella estructura metálica terminada en punta, como una titánica letra A mayúscula. Ella tapó su boca con las manos para contener una exclamación.

-¡Dios mío! ¿Es eso...?
-Sí, la Torre Eiffel.
-¿Entonces, estamos en...?
-Sí, París -la mueca en la cara de Eriol aumentó. Obviamente estaba divirtiéndose de lo lindo con la situación.
-Deja que vea si lo entiendo. ¿Me trajiste a tomar un café en París?
-Claro. Ahora comprenderás por qué sería muy lento ir en automóvil.
-No me lo puedo creer... estás loco de remate.
-Espero que te guste, porque no puedo ir más lejos con mi hechizo, con los poderes que poseo ahora. Hubiese preferido llevarte a la Torre de Tokyo, pero no podré ir hasta allá más nunca. Al menos no sin un pasaje de avión, y más de un día de viaje para una cita era un poco exagerado.
-Oh, no, así es perfecto -dijo ella, radiante-. ¡Siempre quise ir a París! -se inclinó y lo abrazó. Él la rodeó con sus brazos a su vez.

Emprendieron la marcha de nuevo. Aún no podía salir del estupor. Era el detalle más extravagante y romántico que nadie había hecho por ella. Sin embargo, pensó, era muy propio de Eriol hacer este tipo de cosas a lo grande. Él notó que ella lo miraba fijamente, así que volteó la cabeza para sonreírle dulcemente.

-Oye. ¿Antes te gustaría conocer los Campos Elíseos? Queda cerca del lugar donde queda el café.
-Por supuesto que sí.

Ambos continuaron su andar bajo el azul cielo de la Ciudad de las Luces, sus cabellos meciéndose en la brisa parisina.